Se trata de una imagen dolorosa de busto que sólo tiene tallados rostro y manos. Su rostro juvenil (ovalado) se presenta sobrecogido por el dolor (con expresión compungida a la vez que serena), con el entrecejo fruncido. Mandíbula un tanto prominente, en la que se destaca la barbilla, con hoyuelo; mientras que los pómulos apenas se resaltan. Destacar los grandes ojos almendrados, semicerrados, de mirada baja y perdida (lo que acrecienta la dulzura y compasión de la imagen), abultados a consecuencia del llanto. Pestañas de pelo natural (pintadas con pincel las inferiores) y lágrimas de cristal que recorren las mejillas. Las cejas tienen trazado sinuoso lo que aporta mayor dramatismo. Nariz recta (un poco aguileña) con formas suaves y punta redondeada, surco nasolabial visiblemente marcado y labios entreabiertos (en actitud dialogante) como lanzando un suspiro, que dejan ver unos dientes tallados con minuciosidad. La policromía original restaurada nos ofrece un tono base nacarado, complementado con suaves toques rosados en mejillas, párpados y labios. Las manos están entrelazadas a modo de rezo y compasión.
Entre los años 1981 y 1988 se desarrolla el trabajo de Miguel Arjona para realizar el peculiarísimo paso de la Virgen de las Tristezas, Baldaquino (templete) en madera dorada y policromada, realizado a partir de los dibujos creados por Miguel del Moral, ornamentado con una peana a conjunto y candelabros, jarras y calle central realizados en plata de ley.
Dentro del ajuar de Nuestra Señora destacar varios rostrillos, uno de oro de ley estilo rocalla y otro de oro y piedras preciosas, corona de plata labrada por Alfonso Luque Morales (según diseño de Miguel Arjona) y manto procesional bordado en oro sobre terciopelo negro (inspirado en las yeserías de la Capilla Real de la Catedral de Córdoba), característico por sus grandes trazos y estrellas de nueve puntas.